Las horas pasaron como días y los días en semanas que se convirtieron en años y años, uno tras uno, martes tras lunes, septiembre tras agosto, alegría tras tristeza y vida y más vida.
Un día me percaté que había estado viviendo durante 8473 días... entonces me pregunté cuantas más me faltaría por vivir y me asusté... claro la respuesta es obvia, porque mientras más días se le suman a tu vida más cerca estás de no saber en que momento te irás. Pero no me malinterpreten, no me asusta irme, lo que me asusta es el tiempo que tenga que pasar antes de eso... otros diez mil? veinte mil? parece muchísimo tiempo, sobre todo si una semana de 7 días se te hace eterna.
Fue por ello que volví a sentir confusión, como el día en que llegué, solo que ahora no lloré, sino que reí y dije adiós a todos, mientras ellos me miraban con lágrimas en los ojos, justo al revés que cuando llegué y sólo entonces supe que yo era alguien en este mundo incluso aunque hubiese vivido 8473 días, mi vida era mucho más amplia que eso en los corazones de algunos. Sin embargo tuve que esperar hasta el momento final para darme cuenta de ello ¿porqué nadie me lo dijo cuando todavía estaba? no lo sé, lo que sí sé es que pronto esas personas continuarán riendo pero yo no lloraré, simplemente porque desde donde estoy no existen las lagrimas...
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